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7 Verdades Bíblicas sobre el Cuerpo que te sorprenderán

Siempre me ha asombrado ver que muchos cristianos menosprecian sus cuerpos y no le dan el valor que tiene, como si fuera una parte que sobrara, ignorando que es a través de nuestro cuerpo que podemos servir a Dios. Quiero mostrarte 7 verdades bíblicas acerca del cuerpo que te sorprenderán.


Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñados, aunque no existía uno solo de ellos. Salmo139.16

1. Dios creó el cuerpo.

Muchas veces olvidamos que nuestros cuerpos fueron creados por Dios, pero debemos saber que Dios nos hizo y que todo lo que Dios hizo fue bueno.


Miramos como poca cosa nuestros cuerpos porque lo consideramos pecaminoso, es la carne. Sin embargo, cuidar nuestro cuerpo va en contra de los deseos de la carne; comer saludable, hacer ejercicio son hábitos difíciles que van en contra de nuestros deseos.


(...) ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? Mateo 6.25

2. El cuerpo es más valioso que la ropa.

Es increíble como muchas veces no nos parece mal gastar dinero en ropa de marca, accesorios que nos adornes, peluquería y más. Pero cuando se trata en entrenar, ejercitarnos, salir a correr o disciplinarnos en un gimnasio, nos parece que es mucho dinero, tiempo o algo que en verdad no necesitamos. Muchos cristianos valoran más la ropa que usan que la salud del mismo cuerpo.

Lo interesante es que el dinero, el tiempo y las ganas que no uses para cuidar tu cuerpo, terminarás invirtiéndola en sanarlo o sobreviviendo a la vejez; en médicos, fármacos, etc.

La salud se vuelve casi irreversible, Dios puede sanarnos, pero muchas veces tenemos que cargar con enfermedades por la negligencia con la que nos hemos tratado a nosotros mismos.


¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios. 1 Corintios 6.19-20

3. El cuerpo es templo del Espíritu de Dios.

Me asombra la honra que Dios le da al cuerpo, de permitirle que sea templo, habitación sagrada de su propio Espíritu. ¿Lo habías pensado antes? Muchos cristianos conocen de memoria este versículo, pero... ¿le habías tomado el peso? Ni nuestro espíritu ni nuestra alma tienen la capacidad de contener al Espíritu de Dios, pero nuestros cuerpos sí.


4. El cuerpo no nos pertenece.

Seguramente has escuchado la frase: Mi cuerpo, mi decisión. Para el cristiano, esta frase no aplica, porque entendemos que cuando Cristo murió en la cruz, no sólo compró nuestra alma para la vida eterna, también compró nuestros cuerpos, le pertenecemos a Él completamente. ¿Lo sabías?


5. El cuerpo debe honrar a Dios.

Por lo anterior, si nuestros cuerpos han sido comprados a un alto precio, debería ser considerado una deshonra que un cristiano se descuide, comiendo al punto de enfermarse, manteniendo una vida sedentaria que le robe su capacidad activa y que lo enferme.


Creo que como cristianos, el cuidado de nuestros cuerpos deben responder a un genuino amor por quien nos rescató, de manera que honremos a nuestro creador y dueño, ¿por qué? No es por vanidad, un cuerpo cuidado es un cuerpo sano, un cuerpo que no tiene excusas para entregarse completamente a la obra y el servicio de Cristo.


Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1 Tesalonicenses 5.23


6. El cuerpo es santo.

Debemos guardar irreprensiblemente nuestro cuerpo al igual que lo hacemos con nuestra alma y espíritu, es decir; debemos santificarlo.


Personalmente, creo que nuestro cuerpo debe expresar y reflejar el estado de nuestra alma y espíritu. Quizás sea elevado el estándar para el mundo en que vivimos; tatuajes, piercings, comida excesiva, escaso o nulo ejercicio físico, modas. Un cuerpo santificado es un cuerpo "apartado", "diferente" al resto. Como cristianos debemos dar el ejemplo en todas estas áreas y entender que con nuestros cuerpos glorificamos a Dios.


Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la iglesia; Efesios 5.29


7. El cuerpo manifiesta el amor de Dios por su iglesia.

Seguramente esto jamás lo escuchaste o no lo has visto de éste modo; la forma en que tratas tu cuerpo refleja el cuidado que Dios tiene con nosotros. ¡Wow!

¿Quieres mostrar a Dios al mundo? ¿Quieres ser un testimonio del amor de Dios? Refléjalo en cómo tratas a tu propio cuerpo.


Es cierto que no todas las personas somos iguales, todos tenemos contexturas físicas distintas, ser delgado no es necesariamente un sinónimo de salud, pero todos podemos hacer cambios para comenzar a glorificar a Dios con lo que somos.


Antes de terminar, quiero dejarte algunos consejos:

  • Ámate como eres, en tu contextura, en tu color, en tu diseño: Dios te creó.

  • Aliméntate saludable, no para verte delgado, sino para sentirte saludable.

  • Ejercítate, la vida sedentaria está destruyendo y enfermando nuestros cuerpos.

  • Trátate como un templo sagrado donde habita Dios.

  • Duerme tus horas saludables, serás más productivo.

  • Honra a Dios en cómo te vistes, en cómo tratas tu cuerpo, y serás un testimonio del amor de Dios.

Un cuerpo enfermo tendrá más dificultades para servir a Dios a tiempo completo, un cuerpo sano llegará mejor a la vejez y podrá tener más fuerza y vigor para dedicarse completamente a la obra de Cristo.


Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. 1 Corintios 10.31

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